Hay un lugar dónde la vuelta a la normalidad no ha vuelto a ser igual. La norma habitual en la oficina, cinco días a la semana de nueve a cinco de la tarde, ya no existe. En un entorno híbrido, el ir a “trabajar” se ha confirmado como una experiencia, no un espacio.

La hibridación ha puesto de relieve que el valor de la oficina está en las personas, no en un lugar concreto. Reconectar a las personas o los equipos de trabajo se vuelve fundamental y, cuando se diseña una oficina o espacio de trabajo, hay que pensar en todas las ventajas competitivas que pueden ofrecer a sus usuarios. Por poner un ejemplo, de acuerdo a un estudio elaborado a los trabajadores de Microsoft en que se preguntaba qué les motivaría a regresar activamente al lugar de trabajo, se puso en evidencia tres factores: socializar, trabajar en equipo y compartir experiencias productivas con otros perfiles de su empresa.

De hecho, la mayoría de estudios similares ponen en alerta que casi la mitad de las personas trabajadoras sienten que las relaciones profesionales se han debilitado, lo que las desconecta de sus empresas. En este sentido, cuando se diseña una oficina, la capacidad de crear conexiones a todos los niveles es una de las prioridades fundamentales. El diseño debe apostar por la generación de capital social para que los empleados puedan hacer mejor su trabajo, facilitar el apoyo, generar nuevas oportunidades e innovar. Es decir, generar espacios dónde estar en la oficina sea mucho más que sentarse en un escritorio. ¿Cómo? Aquí van algunos ejemplos.

Socializar es sinónimo de productividad. Para las empresas es importante, si no crucial, disponer de espacios que generen experiencias compartidas. Diseñar un entorno que aliente tanto a la desconexión como al trabajo, a pensar, crear y colaborar conjuntamente o solos, permitiendo así aliviar la tensión y proteger el tiempo personal.

La ubicación es igual de importante. La capacidad de regenerar conexiones en equipo fuera de la oficina es igual de relevante. Actividades, retos y aprendizajes que supongan un imán de atracción para acercarse a la oficina desde lo remoto. Sirvan como ejemplo impulsar pequeños encuentros en lugares cercanos, talleres conjuntos y aprendizajes colectivos. Según los mismos estudios, al 80% de los empleados más jóvenes les motiva ir a la empresa para conectar con los amigos del trabajo y para construir relaciones con equipo senior o directivo. Hacerlo posible es una responsabilidad compartida.

La cultura y la comunicación deben trascender el espacio físico. Todavía estamos aprendiendo cómo hacer que el trabajo híbrido funcione correctamente, pero lo que está claro es que poner a las personas en el centro fomentando la conexión entre los empleados es clave para el nuevo rol de la oficina.

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